LIBRO, TE QUIERO
No leo por leer, ni dejo que me den gato porlibro. Desconfío de los libros que maúllan
hinchando el lomo, engatusándome con su piel o
su rústica. Recelo también de los libros que me
aúllan como lobos, entre manadas de Premios y
floripondios. Si al llegar a la décima página
(quizás hasta la duodécima) no me he metido de
cabeza y de corazón en lo que me está contando,
abandono toda esperanza.
Pero si dentro del libro, y de mí, empiezo a
descubrir un paraíso flotante entre el oleaje de
palabras, si ahí encuentro el sosiego que me
faltaba, el alivio de mis miserias; si el libro aviva
mi ingenio, como decía el señor Miguel (de
Cervantes); si me complace hacer y rehacer lo
andado, a mi aire, paseando por el significado de
un texto pero también leyendo entre líneas para
descubrir lo no escrito, no hace falta que nadie
me diga más: voy por buen camino.
Dicen que los autores, por más obras que
publiquemos, siempre escribimos el mismo libro.
Quizás. Sólo sé que un mismo libro se convierte
en tantos libros distintos como lectores tenga.
Cada cual lo reescribe al leerlo. Y mi Gaznápira,
por hablar en familia, o Madame Bovary, o la
Aldonza manchega se parecen poco a las que
‘reescribirán’ otros lectores cuando se las
encuentren al abrir las páginas donde habitan.
Y además, cuando vuelvas a leer ese libro
muchos años después comprobarás que tampoco
es el mismo que recordabas. Tú también habrás
cambiado y si has seguido enviciado con la
adicción a la lectura, eligiendo bien y leyendo
mejor, serás más sabio o sabia, más interesante,
más persona y, probablemente, más feliz. Por
eso, escoge cada libro como quien elige un amor.
Si aciertas, gózalo. Y si te falla, otro te espera. Y
otro...
Manifiesto del Día del Libro 2010
Andrés BERLANGA
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